Cuando falleció mi marido, se suponía que su herencia salvaguardaría nuestro futuro, pero mi hijastra se lo quedó todo, dejándome destrozada y traicionada. Justo cuando me hundía en la desesperación, llegó una carta inesperada del banco. Lo que descubrí en el interior del sobre fue asombroso: me dejó sin habla.

Creía que había ganado, pero la carta del banco reveló la verdad
Una revelación sorprendente
Apenas podía creer lo que estaba leyendo y, por un momento fugaz, casi sentí lástima por mi hijastra, Nora. Casi, porque después de lo que había hecho, era imposible sentir verdadera compasión. Llevaba quince años siendo su madrastra, pues me había casado con su padre cuando ella sólo tenía siete años. Nunca me llamaba mamá ni mamá, pero eso nunca me molestó; siempre parecíamos llevarnos bien, o eso creía yo.

Una revelación sorprendente