La emoción del secreto
Todos nos detuvimos, la excavación se interrumpió bruscamente. Nuestras miradas se cruzaron, llenas de curiosidad y una pizca de emoción. “¿Crees que puede ser un tesoro?” La voz de Jake era tranquila, casi reverente. Me encogí de hombros, tan perpleja como él. “Supongo que estamos a punto de averiguarlo”, respondí, con la tensión literalmente en el aire. Incluso John, normalmente el epítome del escepticismo, parecía contagiado por el creciente entusiasmo. Parecíamos los protagonistas de una novela policíaca, cuyas páginas se desplegaban a nuestro alrededor.

La emoción del misterio