La atmósfera del interrogatorio
Durante el resto del viaje, ninguno de los dos dijo una palabra, inmersos en un torbellino de pensamientos y miedo. Cuando por fin llegaron a la comisaría, fue el mismo agente antipático quien los condujo a una de las salas de interrogatorio. “Sentaos y esperad aquí. Alguien estará con vosotros en breve”, gruñó, antes de marcharse, dejando que la puerta se cerrara tras él con un portazo seco que hizo estremecerse a Erika.

El entorno del interrogatorio
Preocupación
Mark y Erika miraron a su alrededor, confusos y nerviosos: ninguno de los dos había estado nunca en una comisaría, y mucho menos en una sala de interrogatorios. Erika dejó escapar un profundo suspiro, intentando mantener la calma. “Bueno, al menos estamos juntos”, dijo con una débil sonrisa, que pronto se desmoronó en su rostro. “¿Qué crees que estarán haciendo los niños? ¿Estarán bien? ¿Y si… y si el agujero se hace aún más grande?” La ansiedad volvía a atenazar su pecho, y el miedo a lo desconocido empezaba a sofocarla.

Preocupación