Ausencia no sentida
A medida que avanzaba la velada, me tomé un momento para contemplar los rostros de nuestros amigos y familiares, todos ellos reunidos aquí gracias a nosotros. Su alegría era contagiosa y llenaba la sala de una energía imposible de ignorar. Emma se inclinó hacia mí y me susurró con una sonrisa: “¡Mira cómo se divierte todo el mundo!” A pesar de la ausencia de mis padres, la sala se sentía completa, no había rastro de vacío. Nuestra familia elegida llenó la sala de risas, amor y calidez. Mi corazón se hinchó de gratitud al darme cuenta de que estábamos rodeados de gente que nos importaba de verdad. Tom y yo sonreímos suavemente y nos sentimos abrumados por el apoyo inquebrantable que nos rodeaba.

La ausencia no se siente
Disfrutando de la noche
La noche transcurrió como un sueño, llena de música, bailes y risas que resonaban en el aire. Me fijé en la mirada de Tom: su sonrisa era amplia, cálida e inconfundiblemente genuina. “Esto es increíble”, dijo, acercándome más a él. Al fondo, Emma incitaba a otro grupo a una animada competición de baile y su energía era contagiosa. El ambiente estaba lleno de alegría, amor y una innegable sensación de celebración que brillaba mucho más que cualquier preocupación pasajera. Cuando me incliné hacia el abrazo de Tom, me invadió una oleada de alivio y felicidad. En ese momento, lo supe: nuestro amor era la pieza central de este día inolvidable.

Disfrutando de la velada