Un último brindis
Tom y yo levantamos nuestras copas para brindar por última vez, y el suave tintineo resonó en la habitación. “Por el amor en todas sus formas”, empecé, sintiendo cómo nos envolvía la calidez del momento. “¡Y por las sorpresas!” Añadí, insinuando lo que estaba por llegar. Tom asintió con una sonrisa cómplice mientras nuestros invitados se inclinaban hacia nosotros con miradas curiosas. “Por los padres de Tom”, continué, revelando la sorpresa: un viaje especial que habíamos planeado para ellos, posible gracias a los donativos de nuestras arcas. Hubo un momento de silencio atónito en la sala antes de que estallara en vítores y aplausos.

Un brindis final
Amor abrumador
Los padres de Tom se quedaron paralizados, con los ojos llenos de lágrimas. Al cabo de un momento, su madre habló por fin, con la voz temblorosa por la emoción: “No sabemos qué decir”. La sala estalló en risas y aplausos, envolviéndonos a todos en una oleada de calidez y alegría. Tom me apretó suavemente la mano, se inclinó hacia mí y me susurró: “Lo has hecho bien Una oleada de satisfacción me inundó. Este gesto, este regalo sincero, era algo más que una muestra: era la prueba del tipo de amor en el que creemos. Un amor que se da libremente, nunca se exige y siempre se aprecia.

Amor abrumador