Criar a una niña testaruda como Lena era un reto constante: dulce de corazón, pero inflexible cuando decidía no hacer algo. Al principio, las primeras veces que la enviaron a casa desde la escuela, su madre se sorprendió, pero pronto la inusual situación se convirtió en rutina. Sin embargo, después de la duodécima vez, la paciencia de su madre llegó al límite: decidió hablar con el nuevo director, y fue entonces cuando surgió una sorprendente verdad.

¿Por qué siempre la mandan a casa? Su madre descubre la verdad.
Ira en el aula
“El despacho del director está al final del pasillo, a la derecha”, señaló con una sonrisa la amable recepcionista a Hannah, que había llegado allí decidida a obtener respuestas sobre la enésima repatriación de su hija. Lena, a su lado, permanecía en silencio, mirando hacia abajo mientras su madre la sujetaba por el brazo. El ambiente estaba cargado de tensión, como si un nubarrón se cerniera sobre ellas, dispuesto a desatar una tormenta en cualquier momento.

Enfado en clase