Una ballena devoró a un submarinista y la razón dejó a todo el mundo sin palabras.

PUBLICADO EN 01/24/2025
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Examinando el aire

La presión de la lengua contra él era insoportable, y Ethan no tardó en darse cuenta de que su reserva de aire desaparecía a un ritmo alarmante. En la oscuridad, buscó a tientas el manómetro, con el corazón latiéndole con fuerza al ver cuánto oxígeno le quedaba. “Tengo que pensar, Ethan”, murmuró para sí. No podía dejarse llevar por el pánico, todavía no. Su mente corría a toda velocidad, intentando encontrar una solución, pero la creciente marea de ansiedad amenazaba con abrumarle con cada fuerte respiración que daba.

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Examinando el aire

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Patadas angustiosas

Ethan se levantó y giró las piernas hacia las placas de las aletas, desesperado por encontrar una forma de obligar a la ballena a abrir la boca y liberarle. Con todas sus fuerzas, pateó repetidamente, con la esperanza de irritar al animal lo suficiente como para que lo soltara. “¡Vamos! Muévete!”, gritó en la oscuridad, con su voz resonando dentro de la boca de la ballena. Cada patada reverberaba en su cuerpo, pero el enorme animal no se movía. La frustración le carcomía mientras luchaba contra los confines cada vez más estrechos, sintiendo que se le acababa el tiempo.

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Patadas angustiosas

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