Excusas balbuceantes
Mi suegra balbuceaba excusas, atrapada por las pruebas innegables y el peso aplastante de sus actos. “No tenía que haber sido así”, balbuceó, con la voz temblorosa. “No lo entiendes, intentaba proteger a la familia” Negué con la cabeza, sin que me afectaran sus palabras. “Te protegías a ti misma”, repliqué con firmeza. “Ahora es el momento de hacer las cosas bien” Bajó la mirada, su fachada se desmoronó al darse cuenta de que no podía escapar a la verdad.

Excusas escupidas
Amenaza de acción legal
Le dejé claro que emprendería acciones legales si se negaba a cooperar y a devolverme lo que me pertenecía por derecho. “Si no me ayudas a recuperar los fondos, llevaré esto a los tribunales”, afirmé, con voz firme e inquebrantable. Se estremeció ante la amenaza, plenamente consciente de las consecuencias. “No lo harías”, susurró, perdiendo la confianza en sí misma. “Pruébame”, respondí, con una determinación más firme que nunca. El peso de la situación pareció golpearla de golpe al darse cuenta de que no había salida.

Amenaza de acción legal

