Max trae alegría y caos
Max se convirtió rápidamente en el centro de nuestro universo. Todas las mañanas, nuestro día empezaba con él subiendo las escaleras y despertando a todo el mundo ruidosamente para desayunar. Perseguía sus juguetes, dejando un poco de caos a su paso, pero también muchas risas. “¡Max, más despacio!”, gritaba yo tras él, mientras a los niños les encantaban sus travesuras juguetonas por encima de todo. Cada día era una nueva aventura con él, su alegría desenfrenada era sencillamente contagiosa. Nuestra casa, antes tranquila, se transformó en un centro animado y bullicioso, lleno de vida y actividad.

Max trae alegría y caos
El creciente vínculo entre Max y Jake
Jake y Max eran inseparables, como las dos caras de una moneda. Los encontraba en el jardín jugando al pilla-pilla durante horas y horas. “¡Mira qué lejos corre esta vez, mamá!”, gritaba Jake entusiasmado mientras volvía a lanzar la pelota. Max salió corriendo, lleno de energía, y volvió meneando el rabo. Era como si se conocieran de toda la vida. Ambos buscaban un mejor amigo, y lo encontraron el uno en el otro. Sus risas alegres y sus juegos despreocupados llenaron nuestra casa de calidez y nos demostraron que Max era el miembro perfecto de nuestra familia.

El creciente vínculo entre Max y Jake