Cámaras en la granja
La mañana, que había empezado tranquila, se vio bruscamente interrumpida por la llegada de furgonetas de noticias y periodistas a la granja de los Johnson. Cámaras, micrófonos y periodistas parecían aparecer por todos los rincones, convirtiendo la tranquila y apartada casa de la pareja en el epicentro de una atención no deseada. Mark lo observaba todo a través de la ventana, con una expresión de incredulidad mezclada con creciente preocupación, mientras Erika, a su lado, fruncía el ceño, sintiendo el peso de que su vida privada fuera invadida y expuesta como si formara parte de un espectáculo mediático.

Cámaras en la granja
Bajo el microscopio
Los Johnson se sentían como animales en un zoo, vigilados por ojos indiscretos y cámaras implacables que se asomaban a todos los rincones de sus vidas. Cada movimiento parecía ser captado, diseccionado y transmitido al mundo exterior. Erika, molesta, cerró las cortinas en un intento de recuperar algo de intimidad, pero fue inútil: la sensación de estar constantemente vigilada era abrumadora. Incluso dentro de su propia casa, lo que antes había sido un refugio seguro se había convertido en un lugar de exposición constante. La intimidad, antaño garantizada, ahora parecía sólo un recuerdo lejano.

Bajo el microscopio