Alejar el peligro
Mark, empuñando un bate de béisbol, gritó con firmeza al intruso, y su voz rompió el silencio de la noche como un trueno. La figura de la ventana retrocedió bruscamente, sorprendida por el repentino enfrentamiento, y en un instante dio media vuelta y desapareció en la oscuridad. Erika, que seguía al teléfono de la policía, relató los hechos con voz temblorosa y el corazón palpitante. Cuando pasó el peligro inmediato, la pareja se sintió invadida por una mezcla de alivio y vulnerabilidad, al darse cuenta de lo expuestos que estaban realmente.

Prevenir el peligro
Una llamada de auxilio
Poco después de la llamada de Erika, la policía llegó al lugar, pero su respuesta fue decepcionantemente apática. “Probablemente sólo era un curioso, no hay de qué preocuparse”, dijo uno de los agentes con evidente indiferencia. Mark y Erika, frustrados y sintiéndose ignorados, insistieron en que el incidente era demasiado grave para desestimarlo tan a la ligera. La actitud indiferente de las autoridades no hizo sino intensificar la sensación de exposición e impotencia que ya pesaba sobre ellos dentro de lo que se suponía que era su refugio seguro.

Un grito de ayuda