Planear la sorpresa
La idea de Tom suscitó una oleada de entusiasmo cuando nos sentamos a hacer una lluvia de ideas. “Necesitamos algo que demuestre nuestra gratitud”, dijo, garabateando notas con determinación. La idea de devolver algo a sus padres nos llenó de ilusión. Nos imaginamos una gran revelación en la boda. “Tiene que ser algo significativo, algo que sea sólo para ellos”, añadí. Me invadió una oleada de satisfacción. Esta sorpresa sería un gesto sincero de agradecimiento y reflejaría a la perfección el amor que habíamos cultivado durante los últimos meses.

Planificación de la sorpresa
Astuta y buena
Con una sonrisa traviesa, saqué en secreto parte del dinero de nuestra libreta de boda. Me sentí un poco como cuando robaba galletas de una lata cuando era niña: juguetona, traviesa y extremadamente satisfactoria. “Así es como va a funcionar”, murmuré para mis adentros, imaginando la cara de sorpresa de los padres de Tom. La idea de organizar en secreto algo tan significativo me llenaba de alegría. La emoción de poner en marcha aquel plan tan sincero me calentaba por dentro y por fuera. Nadie tenía ni idea de la sorpresa tan especial que se estaba preparando entre bastidores.

Insidiosa y buena