Victoria en la sede
Tom dio un paso adelante y nos aseguró una pequeña pero decisiva victoria. “¿Sabéis qué? El propietario del local ha accedido a darnos más tiempo para prepararnos”, anunció con voz triunfante. Me invadió una oleada de alivio. El tiempo extra nos permitiría colocar todos los detalles tan bonitos que habíamos pensado. “¡Perfecto! Ahora podemos respirar un poco más tranquilos”, dije riendo y le rodeé el cuello con los brazos. Eran momentos como éste los que demostraban el poder del trabajo en equipo, afrontando los retos paso a paso.

Victoria en la sede
Hallazgo especial de una receta
Emma descubrió un tesoro escondido: una vieja receta familiar mía guardada en una caja polvorienta. “Tenemos que incluirla en nuestro menú”, dijo, radiante de emoción. La idea de utilizar una receta familiar tan preciada en nuestra boda añadía aún más significado a la ocasión. Con una sonrisa, acepté, recordando el plato y su historia. Utilizar esta receta sería un guiño sincero a mis raíces y añadiría un toque cálido y personal a nuestra celebración.

Receta especial encontrada