Un mar de caras
A la mañana siguiente, el sol reveló una visión inesperada en la granja Johnson: una multitud de rostros cubría la propiedad, atraídos por la atención mediática que rodeaba al socavón. Lo que antes había sido un apacible entorno rural se había convertido en un tumulto de cámaras, micrófonos y curiosos, que invadían todos los rincones visibles. Mark lo observaba todo con la mandíbula apretada, sus ojos reflejaban ira e incredulidad, mientras Erika permanecía a su lado, sintiendo intensamente la pérdida de la intimidad que antaño definía su hogar.

Un mar de rostros
Barricadas policiales
A medida que avanzaba el día, la policía levantó barricadas en un intento de contener a la creciente multitud, pero incluso con órdenes firmes y voces autoritarias, los agentes apenas podían mantener a raya a los curiosos. Mark y Erika, que observaban todo desde su ventana, sintieron el peso de su nueva realidad: la presencia constante de la policía era un crudo recordatorio de cómo sus vidas habían dado un vuelco.

Barricadas policiales